11/28/2010

¿Quién es Kurt Sonnenfeld?

Sonnenfeld tiene 47 años, vive con su mujer Paula y sus hijas argentinas Scarlett y Natasha en Barracas. Este año Kurt editó su ensayo autobiográfico El Perseguido, de Editorial Planeta, donde explica quién es y todo lo que le sucedió. También reveló que tiene pensado realizar otro libro de investigación acerca del 11-S y un documental con imágenes inéditas donde explicará que fue lo que vio.

Desde 1993, Kurt trabajó en la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias del gobierno norteamericano (FEMA), donde “filmaba y documentaba procesos en instalaciones con armas químicas, biológicas y nucleares, simulacros anti-terroristas y enseñaba como manejar a los medios en tiempos de crisis, sin dañar al gobierno”.

En 2001, minutos después del impacto del primer avión contra la Torre Norte del WTC, recibió la orden de su superior de dirigirse a Nueva York a registrar la zona de catástrofe. Confiesa haberse preguntado por qué tendría que cubrir el hecho ya que “FEMA actuaba cuando las autoridades locales se veían sobrepasadas”, y hasta ese momento solo se trataba de un desafortunado accidente aéreo. Cuatro minutos después del choque del segundo Boeing 767 contra la Torre Sur, la información oficial y los medios confirman que se trato de un acto terrorista, titulando “America esta siendo atacada” y culpando rápidamente al saudita Osama Bin Laden. Sonnenfeld llegó a cubrir el área afectada (Ground Zero) en estado de shock, creyendo la versión de los sorpresivos ataques, pero lo que registró en ese mes de trabajo nada se asemeja a la historia oficial. Al comentar las irregularidades con sus colegas y jefe, comenzaron a darle la espalda.

El 1 de enero de 2002, en su hogar de Denver, Colorado, su esposa Nancy se suicida de un balazo en la sien. Kurt avisa a la policía, quienes al arribar a la casa lo golpean, apresan y enjuician, acusándolo del hecho. En la cárcel, es torturado tanto física como psicológicamente: “Me encerraron en la celda de confinamiento solitario, de dos por dos, con un delantal y sin abrigo, (…) hacia mucho frío y los guardias me inundaban la celda por diversión”. Explica que “por suerte”, una sustancia química que le aplicaron en las fosas nasales bajo tortura le causó una infección que casi lo mata, y obligó a la policía a trasladarlo a una clínica. Luego de que la Justicia de Colorado lo declarara inocente, Kurt fue retenido otros cuatro meses. Su agencia FEMA, donde trabajó ocho años, no lo apoyó durante el juicio. Kurt afirma que cuando llamó a su superior para pedirles que lo ayudaran, éste le pidió que entregara las cintas de video del WTC. En estos meses, autoridades del gobierno allanaron ilegalmente su casa. Incautaron pertenencias y cambiaron su cerradura, pero nunca hallaron los 29 videos del Ground Zero. “Les dije que los había entregado a un burócrata de Nueva York, pero los guardé en una cajita de maquillaje en el sótano”, reconoce el ex agente de FEMA.

Al tiempo de ser puesto en libertad se va aconsejado por sus amigos y vecinos a vivir a una casa en la montaña. Pero ésta también es ultrajada. Sin trabajo y bajo la persecución de los servicios secretos, Kurt decide irse por un mes a la Argentina, a la casa de un conocido en San Bernardo. Al arribar al país conoce a su actual esposa, Paula, quien lo ayuda a establecerse en la ciudad costera. Al poco tiempo se casan y se mudan a la Capital Federal.

En 2004, a días del tercer aniversario de la tragedia del 11-S y tras acordar con un programa de televisión la realización de una entrevista donde iba a revelar videos inéditos del WTC, Kurt es interceptado en la puerta de su casa por agentes de INTERPOL y llevado a la cárcel de Devoto. El pedido de extradición realizado por los Estados Unidos fue simple y contundente, se pidió que todos los documentos y posesiones de Kurt fueran secuestrados, confiscados y remitidos al país del norte.

Permaneció siete meses detenido, donde Kurt relata: “Fueron los días más difíciles de mi vida, perdí la esperanza: fui acusado y apresado falsamente dos veces, perseguido y torturado en mi país; mi reputación destruida y perdimos un embarazo de cinco meses”. Durante ese tiempo, Paula, a quien su esposo describe como una “gladiadora”, recibió amenazas de muerte, luchó por su libertad y buscó apoyo en diferentes personalidades y organizaciones como el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH).

Fue puesto en libertad por el Juez Federal Daniel Rafecas, quien también rechazó el pedido de extradición citando las “sombras oscuras” del caso y la imposibilidad de un juicio justo en su país. En febrero de 2008, el mismo juez denegó un segundo pedido para extraditarlo. Sin embargo, la embajada de Estados Unidos presentó un recurso ordinario de apelación ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La semana pasada, la Corte argentina decidió suspender el proceso de extradición.

El estatus actual de Sonnenfeld es de refugiado provisorio, pero tanto él como su mujer siguen luchando para conseguir el asilo político definitivo que pondría a Kurt a salvo del insistente acoso judicial.

No hay comentarios:

Publicar un comentario